lunes, 13 de octubre de 2008

"La globalización perdió su fundamento", por Jeremy Rifnkin, iEco, Clarín, 12/10/08

Hemos llegado a un punto peligroso de la historia. Asistimos a la perspectiva real de un derrumbe económico mundial de la magnitud de la Gran Depresión de los 30. La crisis creditici mundial se ve agravada por la crisis energética mundial y por la crisis climática mundial, y esto representa un cataclismo potencial para la civilización humana, sin precedentes en la historia.

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La “cultura de la tarjeta de crédito” promovió el poder adquisitivo y puso de vuelta a trabajar a las empresas estadounidenses y a sus empleados para producir todos los bienes y servicios que se compraban a crédito.

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Cuando el ahorro familiar pasó al territorio negativo, los sectores bancario e hipotecario crearon una segunda línea de crédito artificial, para que las familias pudiesen comprar viviendas con poco o nada de dinero, a tasas de interés que subían con el tiempo y amortización de capital retardada (hipotecas subprime).

Millones de estadounidenses mordieron el anzuelo y compraron casas que excedían su capacidad de pago de largo plazo, lo cual originó una burbuja inmobiliaria.

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El resultado de vivir 18 años del crédito es que EE UU es hoy una economía quebrada.

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La importancia del “pico de globalización” es decisiva. El supuesto fundamental de la globalización siempre fue que el petróleo abundante y barato permite a las empresas trasladar capital hacia mercados de mano de obra barata, donde los alimentos y las manufacturas se producen con costo mínimo y altos márgenes de ganancia y luego se envían a todas partes del mundo.

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El mundo necesita un nuevo relato económico, poderoso, que conduzca la discusión y la agenda de la crisis crediticia, el pico del petróleo y el cambio climático, del miedo a la esperanza y de las restricciones económicas a las posibilidades comerciales. Esta historia recién está surgiendo, a medida que las industrias se apuran a incorporar energías renovables, construcción sustentable, tecnología de almacenamiento de hidrógeno, redes inteligentes de empresas de servicios, vehículos eléctricos, preparando el terreno para una tercera Revolución Industrial poscarbono. La cuestión es si podemos hacer la transición a tiempo para evitar el abismo.

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