Qué se busca discutir hoy con respecto al tema populismo? ¿Qué se escenifica en realidad en esta suerte de remisión a una huella que no es tal y sin embargo pretende evocar un pasado que vuelve? ¿Por qué aparece el tema entre candilejas, desde vetustos argumentos de la progresía liberal que lo desvinculan de lo sustancial de un debate latinoamericano en nuestra historia? La reposición política periodística de dicho vocablo, trabajado con un eco “fatídico” frente a figuras como la de Néstor Kirchner y, a nivel latinoamericano, Evo Morales, Luiz Inácio Lula da Silva, Rafael Correa, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Andrés Manuel López Obrador, pretende desarrollar una campaña con este denominador común aglutinante, con una carga simbólica fuerte en cuanto a su supuesta capacidad de hacer mermar la democracia y sabotear la salud de las repúblicas.
La palabra populismo, de forja básicamente académica, de fortuna científico-social en el continente, surge hace 40 años, se despliega luego en términos políticos, adecuada para tal fin, hasta encerrar un pecado casi de carácter subversivo para las actuales expectativas de una época regida por una única gran lógica del mercado mundial concentrado y un reiterado y obediente statu quo institucional como único gran reloj de las circunstancias históricas.
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